
Durante la parte de mi vida cuando no tuve el dinero en mis manos pude ver lo que pasan muchos estudiantes extranjeros y nacionales cuando no tienen por uno u otra razon billete en su bolsillos.
Lo peor de no tener dinero ni para comer es, que la gente piensa que tienes y te miran con cara de este no come porque no quiere ademas es muy flojo. Hubo dias en aquella quincena maldita cuando yo no tenia literalmente un peso en mis bolsillos, a pesar de esto Dios siempre proveia para mi algo para comer, aunque fueran muchas peras y manzanas.
La mayoria de mis amigos se alejaron de mi, muchos ni siquiera se enteraran nunca de pase por tiempos de angustia dentro de esta metropoli. Pasaban los dias y yo enflaquecia, deseaba comer de las sobras de los demas, pero mi orgullo no me dejaba, hubiera deseado ir a la finca a comer de los desperdicios de naranja, pero recapacitaba y me daba cuenta de que aun no estaba tan mal.
Me di cuenta de que estaba realmente mal, cuando comense a sentir que el cuarto daba vueltas, que las ventanas se movian solas y que los zapatos me hablaban, a este punto ya tenia 2 dias y medio sin comer nada, solo agua.
Afortunadamente Dios envio un angel, aquel angel siempre habia sido mi amigo desde mi primer anio, habiamos acampado juntos, ido a la alberca y realmente sentia que la relacion con el no era como las otras que habia tenido. Esta no era tan diplomatica y podia asincerarme con el.
Le conte mi situacion pensando que caeria en oidos muertos, pero para mi sorpresa no fue asi, me escucho y me dijo porque no vamos a comprar algo a la panaderia yo te invito. Les soy sincero nunca pense que mis problemas se iban a solucionar de esa manera (tan rapido). Ese angel vive en el cuarto 39 del dormitorio de la universidad de montemorelos, su nombre lo omito para que siga siendo un angel.
Hubo noches en las que yo reprochaba al señor y le decia : ¿Donde estan mis amigos? aquellos que se amontonaban por montarse en mi carro. Aquellos que siempre me hablan para pedirme prestado, aquellos amigos que ostentaban sus Ipods, compus nuevas y todo por el estilo.
Definitivamente nunca olvidare esta experiencia y espero no volver a pasar por ella.
Dios envio un angel para sacarme de ese problema. Espero que no sea la ultima ves, porque aun tengo solo 21 años.
Robert Medina, agosto 2007