Eran un tormentoso dia en un apacible verano, como muchos otros momentos antes me habian dado permiso de pasarme unas semanas en la Comunidad de Corozal perteneciente al Municipio de Bayaguana en la Republica Dominicana.

La vida diaria de aquel lugar incluia cortar el cesped, conducir tractores, jeeps, motos, podadoras, comer, dormir, matar tarantulas etc. Todo lo que un autentico COWBOY pudiera pedirle a la madre naturaleza. En el extremo anterior de dicha hacienda, estaba la panaderia, ah que ricos recuerdos de ahi, el pan saliendo, el olor a harina integral umm para chuparse lo dedos.
Como yo era una figura externa de la vida cotidiana osea no tenia rutina fija, se me ofrecio trabajar de repartidor en el camion que transportaba pan hacia la capital. A veces el camion transportaba gente de mas y me enviaban a la caja. Como todo niño hiperactivo no hacia caso a las indicaciones de los mayores, ellos siempre me decian "robertico no te sientes en el puerta" cosa que yo ignoraba.
Un dia soleado como todos los otros me toco sentarme en la parte posterior del camion, ahi se sentaban los verdaderos vikingos, con pie dentro del camion y el otro al borde de la calle.
Vamos a hacer una breve descripcion del tipo de camion en el que yo andaba, mis hermanos mexicanos pensaran que era un camion de pasajeros, pero no era un camion de carga, como el de la foto.
Total que llegamos a un semaforo en rojo, durante todo el viaje habia estado .... pellizcadome por sentarme en la puerta del camion, asi que al ver el semaforo en rojo dije "negro este es tu momento" de un brinco me puse de pie y cuando estaba caminando para sentarme, la luz verde ilumino el semaforo y el camion emprendio su marcha.
Ahi fue cuando dije como mi amigo Guido "esto no me puede estar pasando a mi", a los dos segundos mi cuerpo se encontraba en el aire dando un doble mortal hacia atras, mismo que llevo a caer como cristo crucificado sobre la carpeta asfaltica.
En el transcurso de mi vuelo pude ver una infinidad de cosas, desde mi caida en bicicleta a los 5 años hasta el beso que le habia dado la noche anterior a una chica en una sola esquina de un poblado.
El rechinido de las llantas detras de mis orejas hizo que dejara de meditar, y en menos de 5 segundos contando el tiempo en caer, ya estaba de regreso en el camion. Todo paso tan rapido que no me di cuenta de que yo sangraba de la muñeca hasta que llegue a mi casa (que estaba en el camino).
Apartir de ahi deje el asiento para vikingos y volvi a sentarme donde los niños lo hacian, en la posicion mas cercana a la cabina del piloto.
¿Y usted ha sufrido por no hacer caso?